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19 de octubre de 2010

Entre Masías Rodando. IBP96

A ver si se ha perdido Entre Masías rodando A ver si se ha perdido Entre planetas girando

Ruta en bici 733978 - powered by Bikemap 



Dura ruta la del domingo. Teníamos la espina clavada desde la última vez que intentamos esta ruta, al menos yo, porque hice más de un tramo a pie por las duras rampas del camino. Esta vez la cosa cambió.

Salimos desde la Urbanización Torre de Porta Coeli el Factor Campo BTT Grup al completo, o sea, Pablo y yo. Cruzamos el Barranco del Rubio en una zona que cada vez disfrutamos más, entre sombras, repechos pedregosos y ligeras bajadas en las que nos dejamos llevar hasta el camino de los merenderos de Porta Coeli tras cruzar el Barrcano de la Vella. Ahí comenzamos en primer puerto del día, el Portixol, que cada vez subimos con más soltura y sin necesidad de utilizar plato pequeño. Una vez coronado tomamos el camino que nos lleva a la Font de la Gota totalmente lleno de piedras que hacen que el rodar sea incómodo, no por el perfil si no por el terreno. Ignoramos todos los caminos que nos salen a izquierda y derecha para afrontar un pequeño repecho que siempre se atraganta, una dura subida entre rocas, tal y como te lo cuento, que hacen que mantener el equilibrio sobre la bicicleta sea casi imposible. Nosotros superamos el rececho sin plantar pie ya que nos conocemos los huecos en los que las piedras nos dejan hueco libre. Así llegamos al cruce que a la derecha nos subiría a la Font del Berro por una zona de las más bellas de la Sierra Calderona. Nosotros tomamos la izquierda en una elección casi suicida, puesto que el ascenso hasta Tristán por esta cara es una de las opciones más duras de los caminos de la Calderona.
Comenzamos el ascenso y pronto nos encontramos con caminos realmente rotos, llenos de bolos de cuarenta o cincuenta centímetros sueltos en la trazada, si a ésto le sumas unos repechos de veinte o treinta metros durísimos, nos encontramos con que hay un par de zonas en los que nos vimos obligados a plantar el pie para evitar una caída a plomo. No obstante, si tu condición física te lo permite se puede decir que hasta disfrutas en algunos tramos, sorteando piedras y buscando la trazada libre de obstáculos con pendientes durísimas. Así, un repechón tras otro, llegamos a cruzar el Barranco de Villuela para acometer ahora una rampa continua, con mejor firme en este caso, durante unos dos kilómetros que nos llevarán hasta la misma Masía de Tristán, primera parada de nuestra ruta de hoy.
Una vez coronada la Masía proseguimos hacia Gátova en sentido ya descendente para tomar el desvío hacia la Masía de Ferrer a la que llegamos tras unos cuatro kilómetros de continua bajada en buen estado. Llegamos a la Masía de Ferrer donde hacemos la segunda parada y disfrutamos del paisaje. El buen estado de conservación de la Masía y su adecuación como Alojamiento y Restaurante nos sorprenden. Tomamos ahora un camino asfaltado en llano durante un kilómetro para salirnos por un camino estrecho, en buen estado también, pero con duras rapas que subimos sin problemas hasta que al cabo de un par de kilómetros de continuos toboganes llegamos hasta la Masía Nueva. La vemos de lejos puesto que el acceso está restringido y seguimos hacia la Masía del Coronel, majestuosa a los pies de la Calderona.
Una vez dejada atrás ésta comenzamos una dura subida de varios kilómetros que nos deben de devolver a Tristán. La subida por esta cara hasta Tristán es dura, durísima. Por lo continua que es y por los pocos sitios donde puedes respirar. A la marcha, con el claro objetivo de llegar hasta la cima, comenzamos el ascenso. Pablo pronto lanzaría su demarraje, sería al comienzo de las primeras rampas, las más duras, cuando imprimió un ritmo, que aunque no era muy fuerte, sí que era continuo, lo que hizo que, al más puro estilo Indurain, se quedara solo, él y la montaña, con su cuesta que se veía en el horizonte como si no acabara nunca, con su retorcido trazado buscando el ascenso hasta la Masía de Tristán.
Yo, divisándolo en los tramos rectos y perdiéndolo de vista en las zonas de curvas retorcidas ascendía a mi ritmo, que aunque no me serviría para enfundarme el maillot de la montaña, me sirvió para que Pablo, acostumbrado a hacerse una siesta mientras me esperara, esta vez no me sacara el tiempo suficiente para ello. Así, con la recompensa de haber realizado el mismo trazado que meses atrás se convirtiera para mí en un suplicio de una forma digna, comenzamos el descenso hacia nuestro punto de origen y llaneando a más de treinta kilómetros por hora con más de cuarenta kilómetros y mil doscientos metros de desnivel acumulados cumplimos el objetivo de llegar a meta antes de las 13.30h.





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