"Como flotando sobre la línea del horizonte, azuleaban a lo lejos muchas otras montañas", Enric Valor

15 de mayo de 2010

Cuenca-Motilla IBP 68BC



Ruta en bici 509132 - powered by Bikemap 



El sábado 15 de Mayo un biker motillano, yo, otro de Quintanar y dos más de Valencia decidimos hacer la marcha Cuenca-Motilla tras el aplazamiento de QyNP de realizarla para Octubre.
Como ya nos había picado el gusanillo no podíamos aguantar hasta entonces y cuadrando agendas decidimos que ese día era el apropiado, porque era San Isidro y una suculenta comida nos esperaba al final de ruta //más que ná, por eso!!!//. Continuos contactos con Alejandro contándonos posibles alternativas, posibles problemas que nos podríamos encontrar y pasándonos la huella de la ruta que ya hicieron ellos semanas atrás, nos terminamos de decidir. Gracias Alejandro, sin tu ayuda esto no hubiera sido posible!!
Comenzamos a calentar motores en el Mesón La Plaza de Motilla con Fernando dándonos los últimos consejos el viernes noche.
Para el madrugón, además de los cuatro bikers, tuvimos que engañar a mi hermano como chófer. Cargamos las bicis en el remolque y partimos hacia Cuenca a las 6 de la mañana dudando de si la ropa que llevábamos no sería suficiente para mitigar los 4ºC que marcaba el termómetro.
Conforme pasamos Almodovar nos dimos cuenta de que las rampas o los ochenta kilómetros que nos esperaban no iban a ser nuestros principales o únicos enemigos. Una lluvia esa misma noche y la que supusimos luego que había caído los días anteriores habían dejado todos los campos bastante mojados, aunque ya empezara a lucir un buen sol que nos acompañaría durante todo el día.
Llegamos a Cuenca, más bien a la periferia de Cuenca, puesto que emprendimos la marcha a las 7.20h desde la Casa de la Mota, una casa semi-derruida que hay al pasar el nuevo polígono que hay a la entrada y antes del cruce con la Carretera de Fuentes a la derecha.
Con los últimos retoques a la bici y conectando los dos GPS que servirían de guías nos dispusimos a pedalear sin saber muy bien si los caminos iban a estar en buenas condiciones.
El primer escollo apenas recorridos un par de kilómetros: Un enorme charco anegaba el camino y parte de los campos lindantes, así que pie a tierra y campo a través por el único resquicio de tierra firme que había. Las ruedas ya empezaban a acumular tanto barro que se hacía muy difícil avanzar. Cada kilómetro teníamos que parar para quitar barro y los cambios empezaban a dar problemas, y eso que íbamos más por fuera del camino que por dentro para coger menos barro.
Este hecho casi nos hace abandonar y regresar por carretera a Cuenca, fijaos cómo estaba el tema. Las ganas podían más que todo el barro del camino y proseguimos la marcha.
La tranquilidad que se respiraba y se respiraría durante toda la ruta nos llamó la atención, cruzábamos los primeros pueblos desiertos a las 8 de la mañana mientras cada vez se hacía más de día.
Antes de llegar a Fuentes un cervatillo nos brindó la primera de las anécdotas de la marcha, se puso a correr dando saltitos por el campo de cebada que había a nuestra izquierda, eso sí que es naturaleza! Estábamos encantados de los paisajes y de la mucha fauna que nos rodeaba, cada dos por tres echaban a volar perdices a nuestro alrededor. Lo de ciclar tanto por los masificados caminos de Valencia no me tiene acostumbrado a estos sobresaltos de la fauna ibérica.
También tuvimos que atravesar a pie dos kilómetros de un campo de cebada porque el camino, sobre el que habían sembrado, estaba anegado de agua y no podíamos subir encima de la bici porque ésta se hundía en el arcilloso terreno. Eso fue justo al pasar la bonita laguna de los Cedazos, donde aprovechamos para hacer unas fotos y quitarnos el barro de las cejas.
Pero ahí acabaron nuestras penas con el barro, fue pasar Fuentes y desaparecer el agua. Hicimos una parada junto al puente ¿romano? del pueblo para afrontar la subida más exigente de la ruta, no sin antes rodar por una zona llana cerca de los 35 km/h durante varios kilómetros. Y si algo bueno tiene esta ruta son los tramos en los que devoras literalmente kilómetros y kilómetros, falsos llanos que pican hacia abajo muy llevaderos en los que avanzas fácilmente kilómetros y kilómetros //otra cosa sería hacer la ruta al revés//. La subida más exigente de la marcha es larga pero sin pendientes excesivas y las que tienen pendientes excesivas son cortas, así que es una ruta bastante llevadera.
El cruce con las vías del AVE nos adentraron en la zona vallada, creo que tuvimos que abrir hasta cuatro cancelas en total. Y el paisaje mejoraba lo anterior si cabe. Un bosque de encinas con toros pastando en la misma cuneta por donde rodábamos y buscando ya el descenso que nos llevaría a Monteagudo aunque antes de emprenderlo, en unos pequeños repechos que hay a la salida de la zona vallada, otro de los infortunios de la marcha: rotura de cadena. En un principio pasamos de los fast pin y tiramos de troncha, asunto arreglado pero la espalda me la he hice polvo de estar encogido durante ese tiempo o es que me quedé frío. A los dos kilómetros vuelve a romperse la cadena. Mal arreglo hicimos amigo!. Tiramos de fast-pin y apañamos en un periquete el asunto, por algo lo de “fast”, no? De ahí emprendemos una interminable bajada hasta Monteagudo. Impresionante estampa con el castillo al fondo y el pueblo a media ladera, otra imagen más que no hace si no engrandecer paisajísticamente la ruta. Las rampas son tales que alcanzamos los 60 kms/h.
Al llegar a Monteagudo preguntamos por un sitio bueno bonito y barato (palabras textuales) para almorzar al primer humano que nos encontramos desde las 7.20h cuando nos dejaron en Cuenca. Nos recomienda un bar, un bar de pueblo, la Portuguesa, buen almuerzo, buen precio y pilas cargadas hasta Motilla. El agua del primer tramo de la ruta nos dejó muy maltrechas las cadenas, de ahí la rotura, así que la gerente del bar nos da un vaso lleno de aceite con el que engrasamos las cadenas, cambios y demás. Creo que fue lo que nos salvó un poco hasta llegar a Motilla porque la verdad es que volvieron a funcionar correctamente los cambios. Engrasada la cadena y engrasado el estómago reemprendemos la marcha tomando nuevamente un falso llano que pica hacia abajo.
A la salida de Monteagudo el paisaje vuelve a llamarnos poderosamente la atención y sobre todo la tranquilidad del campo. Ahí, justo al pasar las salinas comienzan los repechos con más pendiente de la ruta que se salvan sin problemas para después llanear durante varios kilómetros y para pasar a un terreno donde pica hacia arriba con un viento fuerte de costado y hace que el grupo se separe ligeramente tras rodar en línea aprovechando el rebufo de los compañeros y subiendo las últimas rampas de la zona más exigente del trazado. Llegamos a la periferia de Almodóvar, divisando el pueblo a lo lejos, sin apenas darnos cuenta, atravesamos la carretera de Campillo y ponemos rumbo a las reillas a través del cauce del Rio Valdemembra, no sin antes cruzar otro campo sembrado para enlazar con un camino que nos lleva hasta el río Valdemembra llaneando y devorando de nuevo kilómetros sin grandes dificultades. El paisaje nos cautiva de nuevo hasta llegar al primer cruce con la rambla. ¿Quién dijo que el Valdemembra no llevaba agua? Cruzamos unas 15 veces el río, lo que sirvió para eliminar el barro que aún quedaba en algunos rincones de nuestra bici, sobre todo en los pedales, que con tanto barro me costaba dios y ayuda ajustar bien las calas.
Atravesando de un lado a otro de la rambla, cada vez más encajonados en las mini hoces que el curso del río ha erosionado, se nos cruzó un ¿gorrino jabalí?, cosa que nos asustó, porque no nos lo esperábamos y porque era bastante grande, menos mal que no encaró hacia nosotros!
Así llegamos al punto donde debíamos de salir del margen del río y tras un pequeño repecho tomamos los típicos caminos motillanos que nos llevarían hasta las Reíllas, no sin antes perder la huella del GPS porque a tanta velocidad nos era imposible mirar la pantalla del GPS, pero como todos los caminos llevan a Roma, terminamos en las Reillas, donde una suculenta y gigantesca sartén de cordero frito con ajos tiernos y su posterior parrillada de chuletas nos hizo dudar de si lo mejor del día fue la ruta o la recompensa.
Sin duda alguna la ruta merece la pena un buen madrugón. Un diez al paisaje que se puede disfrutar de verdad al ser una ruta llevadera donde en algunos tramos devoras kilómetros sin apenas darte cuenta.
Una vez en las Reíllas me di cuenta de por qué dejé de venir al pueblo en San Isidro. Motos y coches a toda velocidad por los caminos repletos de gente paseando y niños jugando al lado. ¿Tan difícil es poner orden en estos caminos este tipo de días? A nosotros casi nos arrolla un coche en pleno centro de las Reíllas (junto a la taina). Desde aquí reclamo un poco de cabeza. ¿Y por qué estos días conduce quien nunca ha conducido o va en moto el que nunca ha ido en moto o va en quad el que nunca ha ido en quad? ¿por qué se permite todo? Mejor que alguien ponga un poco de orden antes de que sea demasiado tarde.

A las 14:00 llegábamos a las reillas.
Salida: 7.20h
Llegada: 14.00h
Tiempo parados: 2:00h. Las dos roturas de cadena y las continuas paradas por el barro nos penalizaron bastante.
En movimiento 4.40h
Velocidad media: 15.80 kms/h
Velocidad máxima: 61 kms/h


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