Completísima ruta que recorre parte del cauce del Río Cabriel, desde el Puente de Vadocañas hasta Los Morrones. Para llegar hasta ahí se enlazan tramos asfaltados en ascenso, tramos de rápidas pistas y caminos que enlazan sendas y trialeras de varios niveles de tecnicidad. La ruta es muy exigente desde el punto de vista físico y técnico, aunque el tiempo real de pedaleo bajó de las cinco horas.
Un día esplendido para la práctica de la MTB, una compañía agradable para disfrutarlo y una ruta que recorría parajes naturales impresionantes. Antes de comenzar la crónica de la etapa hay que agradecer al usuario ROBBIKE las atenciones que tuvo hacia mí, respondiendo todas las dudas que le planteé sobre las rutas que hacer por esa zona. No hay nada mejor que asesorarse por un lugareño para disfrutar lo mejor posible de los recónditos parajes, y esta zona los tiene que tener a puñados.
Avisados estábamos de que había tramos de dificultad técnica añadida, que la ruta se hacía dura y había que reservar fuerzas para la traca final, pero aún así, el ritmo desde el principio fue muy alto.
A las 7:30h de la mañana partíamos cinco bikers desde Motilla hacia el Poblado de Contreras. Rafa, Monje, José, Sergio y un servidor, para encontrarnos allí con un incasable Caicu que, puntual, descargaba la burra cuando nosotros hacíamos acto de presencia.
No iba a ser mi mejor día. Con apenas dos o tres horas de sueño a mis espaldas por unos problemas domésticos y un par de sms preocupantes y mosqueantes al poco de iniciar la ruta, mis fuerzas flaqueaban desde el kilómetro cero. Una ruta que te exige tener los cinco sentidos sobre el manillar no se podía afrontar con la mitad de éstos, pero una vez montado el tinglado no podía fallar y no quedaba otra que darlo todo.
El inicio para arriba, por asfalto, aprovechando el antiquísimo trazado de la N-III con sus serpenteantes curvas de 360º para entrar rápidamente en calor. Abandonamos el asfalto para tomar el Camino de Minglanilla y lo dejamos para tomar dirección al Corral de San Marcial. Aquí es donde Sergio se pone a tirar del grupo estirándolo y estirándolo de forma que lo único que podías ver era la silueta de tu predecesor a lo lejos. Se suceden pistas y caminos de forma rápida y continuada hasta llegar al Collado de la Horca, donde un camino roto en sube-baja-sube-baja nos eleva hasta al mirador del Collado de la Horca con magníficas vistas. Volvemos unos metros sobre nuestros pasos para tomar un camino que abandonamos rápidamente para enlazar con la primera senda del día. En un cerrado bosque se adentra una senda, la Senda de los Ladrones, con cerradas curvas y en claro sentido descendente donde sufrimos el segundo pinchazo de la jornada. Tras el pinchazo reanudamos la marcha y en una zona fácil, sin aparente peligro me voy al suelo contra unas rocas, con la mala fortuna que golpeo mi muñeca. Lastre que pagaré más adelante, puesto que, incapaz de hacer fuerza con esa mano, me imposibilitaría para afrontar otras zonas de exigencia técnica más alta. Atravesamos ahora el Barranco de los Ladrones, el de la Losilla y tomamos el Camino de Vadocañas que no abandonamos hasta el cruce del puente sobre el Cabriel con el mismo nombre. Las vistas y tranquilidad que se respira son dignas de parada y avituallamiento pero el tiempo perdido con varios pinchazos nos hace retomar pronto la actividad.
Es ahora cuando empieza lo bonito y entretenido de la ruta. Tomamos una senda invadida literalmente por la maleza paralela al río Cabriel, donde debemos de sortear algún que otro obstáculo. El rodar es una delicia a veces y una proeza otras. Así llegamos al final de esta senda, donde un repechón con tierra suelta y gran pendiente en pocos metros nos saca de la orilla del río. Una vez arriba afrontamos la trialera más técnica de todas, con regueros en mitad de la misma se hace difícil su tránsito, aunque ninguno, salvo yo, creo que tuvo problemas con ella. Como dije, el lastre de la caída al inicio de la ruta marcaría el resto de los acontecimientos.
Llegamos así a Cárceles donde bebimos agua supuestamente no potable. No sería el único momento de la ruta.
Desde Cárceles se inicia un largo y duro ascenso por asfalto hasta casi Casas de Moya. El grupo roto se agrupa al final del ascenso. Rondamos ya los mil metros de desnivel acumulado y nos faltan quince kilómetros para llegar al final. Nos debatimos entre bajar a Casas de Moya a probar cerveza de la fábrica que nos comenta José que existe en el pueblo o seguir el track. Se hace amago de hacer dos grupos, los prisas y los no-prisas, al final todos juntos hacia los coches.
Nada más salir del asfalto comenzamos una nueva subida hasta los repetidores de Telefónica. Durísima subida con roca viva suelta que nos hace claudicar a ¿todos?, al menos cuando yo llegué ya andaban todos.
Desde ahí se hace cómodo el tránsito hasta el origen. Paramos junto a un algibe para reponer líquidos. Tal es nuestra desesperación por beber algo que Rafa enreda en una arqueta y abre una llave de paso de un algibe para que, los más valientes (o desesperados) repongamos los botellines.
De ahí solo quedaba pedalear hasta el final.
La ruta se hace dura, salen cerca de 1.200 metros de desnivel acumulado pero merece la pena por los parajes que transita. El exceso de asfalto al inicio y en la subida a Casas de Moya es el precio que hay que pagar para disfrutar de un tramo paralelo al río que se recuerda como una de las zonas más bonitas por donde haya rodado. Los condicionantes externos no me permitieron disfrutar al cien por cien de la ruta y los siete pinchazos que sufrimos (yo dos) nos cortaron el ritmo en bastantes ocasiones. Aún así completamos la ruta con 4:45 minutos y 1:20 minutos de paradas.
grande Moti! buena descripción de la ruta. dura dura fue, pero valió la pena!
ResponderEliminarBuena cronica CECI te envie amimos desde el endomondo, la fotos y videos muy buenos, y seguro que no os falto diversion com mi buen amigo del "pozero" si el de Casasimarro.Espero que te mejores de tus lesiones
ResponderEliminarMe pareció oirlos pero llevaba el móvil en la mochila y apenas entendía a la tipa que emite los sonidos. El de Casasimarro no para de hablar, con él no te aburres... Las lesiones mejor... entre una zarza que me comí y la caída casi al principio, fui a remolque toda la ruta.
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